lunes, 20 de junio de 2016

De oro viejo

Reconstruía, a través de pequeños esbozos, su ágil vida de gavilán.
Inventaba la aparente continuidad de las múltiples facetas por las que se vislumbraba su alma.
Eran tintes de oro viejo, cenitales luces forjando la cálida y plena mañana.
En su matriz acogedora, sabía que ahora sólo sería paso donde antes se quedaba.
Oscilar entre el leve temblor del arraigo y la delicia de la calma.
Rememorar el sabor reciente de unos brazos nuevos. La intensa intimidad de su fugaz instante.
Y dejarlo libre.
Y descubrir la completa desnudez, con la curiosidad de un niño, que apenas si comienza a entregarse a la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario