Llegó desde muy lejos, del alado mundo de las ideas.
Y en algún momento, pensó, que la Tierra era un buen lugar para quedarse.
Poco a poco, descubrió su belleza. Y dentro de ella, le atravesó un sentimiento tan hondo y tan profundo, de cuyo nombre no quiso acordarse.
Comprendió, más tarde, que el miedo es la ilusión en la que se desvanece todo aquello que se crea.
Al sentirlo, respiró hasta tensar al máximo sus pulmones. Al exhalar lentamente el aire, olvidó el abismo.
Y, sin más, continuó cruzando al otro lado de la vida.
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