Envuelven la mirada majestuosos seres peinados de viento.
El aire atareado modela las sutiles transiciones de los estadios del alma.
Es la expresión de una pequeña tregua para la mente. Se recibe con deleite en la extensa antesala de los sentidos.
Vuela la arena, discreta viajera, en la matriz de la brisa, portadora de recuerdos.
A veces, se depositan suavemente sus partículas y, al hacerlo, despiertan sentimientos en aquello que tocan.
Son pequeñas historias de la gran historia de la montaña.
Caen sobre mi piel, evocan paisajes de mar y desierto. Lugares hermosos donde la belleza anula los miedos.
Y sigo observando a las verdes copas saludando al cielo.
Despliegan su encanto en la extraña danza de su movimiento.
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