miércoles, 2 de diciembre de 2015

Agua y sal

Ojalá que las lágrimas sean siempre de emoción.
Que sean tan sólo un interrogante, en un niño.
El anuncio de un abrazo, en un anciano que duda.

Ojalá que se disparen en tropel, cuando vengan con la risa.
Que sean un amplio sentimiento, que se expande.

No tienen cabida en un cuerpo desprovisto de su armazón de dureza.

Se desliza, suavemente, por el alma la más sutil de la belleza.
Es ese el misterio donde se generan.
Despacito, discurren,  hasta depositarse en palabras que cubren más palabras.

Descubrir mi naturaleza de torrente, que salta que no espera.
De río en río.
Hasta llegar a tu mar.
De verde y de oro.
Tú, mi siempre compañía.
Mi ayuda.
Mi calma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario