miércoles, 16 de septiembre de 2015

Y llueve

Es sólo un desgraciado suceso que ocurre en la mente. No lo puedes controlar. Ocurre. Un despertar que deseas dulce, se torna en un día con momentos amargos.
Concentrar todo el ser en llenarse y ver como el pensamiento, en un bucle infantil, quiere impedir esa felicidad a la que tiendes.
Es más o menos cercano entender las heridas del cuerpo. No así las del alma.
Es duro apreciar la extensión de las fisuras que no terminan de sellarse. Aún más es admitir su existencia. Reconocer que falta fortaleza. Es mucho el esfuerzo. Ahora entiendo que es sólo un pequeño reinicio. Bueno.
Me entristece retroceder.
Más me recompongo. Una y mil veces. Siempre lo hice.
Renazco en tus largos abrazos.
En las veintenas de besos de mi hijo. Dados así, apretaos.
En todas esas cosas que me encuentran así, desprevenida. Y que me preguntan que por qué las ignoro. Y se vienen a mi casa. A mi hogar.
En saber que soy afortunada. Por cada puerta cerrada se me abren otras, de noble linaje.

La calma es estar dentro de ti. Con los ojos cerrados, adivino la expresión de los tuyos. Me diluyo en ti.
Emerjo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario