sábado, 3 de septiembre de 2016

En el centro de la albura

Sólo fueron unos instantes.
De repente descubrí algo en ti que no había yo apreciado antes jamás en nadie.

El mismo centro de tu masculinidad, el lugar de donde nace toda tu albura creativa. Es la plenitud, la sutileza, la delicadeza, la dulce suavidad ...aquello para lo que aún no hay ningún sustantivo que pudiera crear una imagen...

Eres blanco. Eres muy , muy blanco. De un blanco transparente, con un halo de platino.

A veces, me empeño en ver el terciopelo de tus ojos.
Sé bien como son, pero  quisiera volver a verlos...Y acariciarlos con mis labios.

Y sin embargo, ésto que no consigo explicarme,  de ti...es indescriptible, sutil y extraordinario.
Es como descubrir la fuente donde se nutre el arte. Es algo que me atrae sin poder evitarlo, irremediablemente.

No es una idealización.
Es cómo te  ve mi corazón.

Y es que sólo bastaron  unas décimas de segundo para sentir todo el magnetismo que emanas.
Yo estaba de paso, pero mis ojos se detuvieron en algo que habías escrito.

No recuerdo que era. Sí la sensación de que era como si lo hubiese elegido y escrito yo. O que estuviese ahí dentro de mi todo el rato.

En esa fracción de tiempo que no puede medirse, tan sólo sentirse como una vaga idea en la mente, cambia todo. Cambió todo.

Son esos chispeantes instantes de tránsito en los que se desmorona el artificio del tiempo y simplemente sientes vida. Y eres vida.

Con frecuencia se confunden vida y tiempo. Y no son la misma cosa. Ni por asomo.
No se tiene tiempo. Ni se gana. Ni se pierde. El tiempo se inventa, se crea para poder aprender esta dimensión en la que nos manejamos. No es muy diferente de cualquier otro mecanismo mental de los muchos que inventamos para comunicarnos.

Como invento es terrible: da mucho agobio cuando se lo piensa con las mismas leyes de la materia.

Hay aconteceres. Que se rememoran y celebran.
Con la noción tiempo se refuerzan los rituales y los símbolos.
La parte negativa ya se sabe cual es.
El tiempo es ese hacha de doble filo. La guadaña sólo tiene uno.

A mi me gusta hablar de intersecciones, de encuentros. No deja de ser otras invenciones, las de la geometría y la topología, pero me parece un lenguaje más cercano al de la creación.

Entonces, tras este andar peri patético, lo que quería expresar es que sin saber porqué mi atención se fijó en ti. Se prendió la primera chispita de vuelta a casa, de vuelta a la vida.

Y no sé si es casualidad pero desde entonces ha cambiado todo.
No sé porque entendí que tenía que cambiar.

Y no sé si es posible, pero yo es así como lo siento, que es a través de ti que he empezado a conocerme. Un poquito.

Conocer y conocerse.

¿Acaso existe algo más hermoso?

















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