En la quietud de mi casa
Entre hojas de mil voces
Y candiles que se inflaman.
Sutil fragancia del norte
Otoñea por la espalda
Haciéndose el mosto nuevo
Bruñido el cielo descansa
De luces azules y malvas
Que comienzan con el alba.
Reflejo de media luna
En pleno centro del alma.
Aromas de musgo fresco
Del bosque de la nostalgia.
No hay nada que se repita
Ni siquiera las palabras
Pues llenas están de intención
Que el buen corazón se guarda.
Un paseo recoleto
Enredada entre las sábanas
Sujetos son los renglones
Que desfilan ante mi cara.
Fotografía: Antonio Marín Segovia
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