En este horizonte de luna creciente y cielo obscuro, sólo hay reciprocidad con las estrellas. Con esas estrellaa cuyo nombre desconozco. Inquietante parpadeo que te transporta a lo absorto.
Vamos a cantarle a Alicia la canción de los animales.
Y se genera un improvisado coro. De siete.
Cinco voces cantan al unísono.
Una bebé grande canturrea y baila feliz.
Y el silencio. De la abuela. Que por un solo instante vuelve a la tierra.
Y sus ojos vuelven a ser de un color verde. Como las aceitunas.
Y una pizca de ultramar.
Bonne soirée.
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