domingo, 8 de mayo de 2016

Tras una esquinita del velo

Y si se asoma el alma, se esfuman las facciones del cuerpo.
Es el momento de grandes ojos, largas pestañas y suave sonrisa.
Un rostro sin edad, el símbolo que suavemente acaricia tu presencia.
Y al recorrer en este nuevo tiempo, las permanencias de lugares que ya no existen, encontrar lo errado de las creencias.
Nada es exactamente como creía pensar.
Sin máscaras, sin dudas, los encuentros son despojados, sencillos y hermosos.
Comenzar a comprender la naturaleza del sutil tejido invisible que se había ido construyendo. El extraño juego de artificio de este mundo terrestre.
El fluir de las cosas corrientes a las contadas excepciones.

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