Existe, acaso, algo más hermoso que perseguir los sueños propios. Es la capacidad y el poder de plasmar, en alguna de las múltiples formas posibles de arte, los sueños de otros. Pues sólo lo que es compartido alcanza el dulce sabor amable de la vida.
Hablo de cuando los sueños se convierten en el receptáculo y el amplificador del potencial de otros sueños.
Aunque pensamos en partes, la realidad es un todo sin discontinuidades
Y es por eso que soñamos. En un vuelo sin fin. De una a otra parte, de este ti a este mi. Soñando, nos trasladamos, derribando cualquier límite.
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