A fuego tranquilo, de cortas distancias.
Fraguándose con luz clara y agua viva.
Así es como el ser reverdece y brota fuerte.
Se torna jardín amable .
Jovial, exhala su frescura de viajar distraído.
Se extiende mutando lo que alcanza y toca.
Pues el interior es la corriente imparable que propicia el movimiento de regeneración de los elementos. Al ser atravesados por tu esencia, se producen los cambios. Se aprecian sutilmente, en pequeños matices que perfeccionan sonrisas.
Más allá de todo abstracto pensamiento, la realidad cobra sentido cuando tus ojos despiertan cada mañana.
Es sentirte. Notar como floreces. Ser partícipe de tus risas y tus juegos. Pleno de vida. Contagiarse de tu expansiva grandeza.
Entonces sabes que todo va bien. Y te parece una bendición.
Ya no tienen importancia, esas cosas que has dejado.
Los estrechos y caídas, conducen justo a este lado. Éste que se fragua, a cada instante.
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