Echo de menos tus preciosas palabras, justo todas esas palabras que me hacían soñar con el amor verdadero.
Sin ellas se hace más áspera y dura la existencia. Antes, cuando te leía a diario, cada día tenía su tiempo de momentos brillantes y de buenos alimentos para el alma.
Ahora me conformo con el susurro de colores del cielo al anochecer. Con la sonrisa llena de vida de los niños. Con el latir límpido de mi corazón cuando es movido sin miedo. Pero en todas estás cosas y en más aun, está la maravillosa corriente en la que se también se conecta el recuerdo de tus hermosas palabras que añoro sin medida.
Te busco y te buscaré siempre, por si algún día volviera a encontrarte, inspirado, pleno y lleno de belleza.
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