lunes, 2 de marzo de 2020

Imposible olvido.

Hay cosas, que se pasa una, gran parte de la vida intentando soltarlas.
Finalmente todo cae por su propio peso. Y qué alivio cuando se desprende aquello que nos causó tanto dolor y desengaño.

¿Qué sentido tiene seguir pensando en aquello que no puede alimentarse y nutrirse de sentimientos y renovadas ilusiones?

Es camino si puede recorrerse en ambos sentidos.

No supe disimular que te quería. No quise disimular que te quería. Todo lo que hacía era quererte cada día un poco más y tú, al comprenderlo, te situabas cada día un poquito más lejos de mi: me rehuías.

Yo no sé si fue un amor correspondido. Sólo se que una vez vi en el interior de sus pupilas, ardiendo de grandeza, una misteriosa llama que calentaba lo más hondo de mi alma.

Sólo se una cosa de él: que durante mucho tiempo su sola presencia hacia mantener en mi la esperanza.

Ahora que ya casi ha desalojado mi mente, no puedo parar de escribir. Palabras, sólo son algunas palabras.

Del amor pasado me quedo con la parte en que él fue mi alimento para desear e intentar ser mejor.

Ser mejor es por amor.

Él es el mar.
Y toda la música que es tierna caricia para el alma.

Una vez, por miedo, esquivé su abrazo y eso no voy a perdonármelo jamás.

La ocasión perfecta que no supe ver. Y perdí. Lo perdí.

Al borde del precipicio mortal, te das cuenta que la única constante, que todo lo enlaza que hay en la vida es el amor. Todo lo demás, lo creamos o no, no son más que datos.

No se puede olvidar la más dulce de las caricias, como tampoco se puede repetir ni recordar (en el sentido de reproducir literal). Como mucho se puede evocar.

Las sensaciones y los sentimientos son irrepetibles y únicos.

El amor es quien modela las sensaciones y los sentimientos y la mente, a veces, se enferma porque son muy adictivos y quiere volver a esos momentos cúlmenes todo el rato. Y pretende hacerlo en forma de pensamientos. Y un pensamiento nunca alcanza un sentir.

Mi olvido se encuentra impregnado de su risa, de las tardes joviales y llenas de encanto en nuestros encuentros. De las despedidas infinitas, de las ganas contenidas ante lo prohibido. De las notas de bergamota desprendiéndose de su pecho.

Mi olvido son sus manos danzando al son de las palabras. Sus dedos "filosóficos" haciendo girar su alianza, desafiando a la muerte.

Mi olvido es que siempre te amaré porque formas parte de mi alma y siempre te amaré porque te llevo en lo más hondo, tan hondo como la fosa de las Marianas.


He perdido el tiempo, hundida en la prosa vil.

Pero aún respiro y vivo.

Aquí y ahora.

A mi imposible olvido.




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