Eso que se nombra a veces como "yo" es el ser y lejos de encontrarse recogido como el genio en su lámpara maravillosa, habita en muchas mentes.
El ser tiene infinitos matices y no para quieto en parte alguna. Tampoco se detiene en lo completo.
La sensación de que algo permanece fijo "per se", es el vano empeño que establece la mente a través del pensamiento para apropiarse de aquello que desea. Sí: lo que queda.
Más todo es movimiento en el agua viva.
El pensamiento es como una burda aproximación geodésica a la realidad de una esfera, no hecha precisamente con elementos diferenciales.
Sería como la trama triangular que une los vértices que hay distribuidos por toda la geografía terrestre y que son los puntos de referencia para construir los mapas. Pero ni tan siquiera los mapas, ni el propio globo terráqueo son la realidad: son construcciones, imágenes, meras percepciones desde nuestra corporeidad.
A veces, por medio de las ideas percibimos algo semejante a un potente fogonazo que se nos antoja tan real... Muy raras veces.
Esto ocurre en esos puntos tangenciales, donde la seda de fuego del espíritu atraviesa todas las capas del ser.
Entonces, se vislumbra el mundo tal cual es, por el infinitesimal agujero por donde pasa su hilo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario