lunes, 3 de abril de 2017

Yo no creo en los milagros, pues los siento acontecer a diario.



Milagro es sentir en tu vientre gestarse tu hijo.

Milagro es parirlo y ver su luz por vez primera.

Milagro es sentir las pieles como un todo continuo dentro del regazo.

Milagro es entregarle tu seno y saber en su olor que la vida huele a pan eterno.

Milagro es que entre el oleaje de un mar de dudas, se cimiente confianza y reconozcas el vuelo de tu espíritu.

Milagro es continuar después de haber bebido el más amargo trago, lleno de todos los porqués que jamás tendrán respuesta.

Milagro es la alquimia de la luz haciendo oro en  tus pestañas.

Milagro es la coincidencia entre  las palabras y los actos.

Milagro es oír por primera tu voz y sentir el corazón latir con la furia de reconocer a quien lo habita.

Milagro es el ocaso cuando la paz es remanso.

Milagro es entender, sin saber, que entre tú y yo no hay espacio ni tiempo, que no hay ni un lado y otro lado, sólo facetas del  alma.



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