Decidiste detener tus pasos y entregar a su cobijo tu descanso.
Él, te otorgó su sombra, el delicado perfume de sus flores, el verde descanso para tu mirada. El dolor inevitable de la existencia se iba disipando un poquito en el tintineo de sus hojas mecidas por la suave brisa.
Tú, le ofreces el envoltorio de esas cosas a las que te entregas, que es desmedido respecto de la importancia de su contenido.
¿Recuperará el sentido este mundo?
Leía hace un momento que ofrecemos lo que tenemos.
Entonces, será que no sabemos apreciar lo que tenemos.
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