viernes, 14 de abril de 2017

VY Canis Majoris


¿Cómo medir la magnitud del alma desde el cuerpo físico, que es su expresión infinitesimal al otro lado del espejo?


Has de morir, una vez al menos, para contemplar  el infinito que se estructura en el fondo de tus manos y sentir el vértigo del ascenso.



Yo no podía soportar un instante más contigo sin poder tocarte, porque esa infinitésima de universo que compone mi cuerpo, está hecha para sentir.
Me sentía presa, olvidada en tu trinchera.
Veía desmoronarse mi castillo de naipes.
Desee el silencio: elegí no saber.
Desde esa supuesta ignorancia, verifiqué que algunos deseos se cumplen.
Así ocurrió que en el instante que pedí no verte nunca más, dejé de ser yo misma para siempre.



Ahora, desde esta breve perspectiva, la realidad que muy poco a poco descubro, no es ni mejor ni es peor: es la que es.
Es un trabajo indescriptible y solitario, pero es muy necesario.
Cuando pierdes tu aparente identidad, has de reconstruirte con los pocos elementos que sabes que son válidos y crecerlos. Es muy complicado y te pierdes muchas veces. Y no hay fin.

Cuando el ser en el que sientes el amor con más intensidad te dice que el amor no existe, que sólo hay cariño, ternura, complicidad y toda una serie de adjetivos inmisericordes, sientes perfectamente como el corazón se desangra.
¿Cómo es posible?, te preguntas.

Luego, percibes ese gran dolor como un recorrido, con unos matices bien distintos.


Fue que en un inspirado último momento decido vivir y dejar de creer.

Ésto, lo voy viendo muy poquito a poco después, luego de levantar muchísimas capas de irrealidad.
Es apenas hace un instante que comienzo a vislumbrar que he ocupado demasiado tiempo y espacio creyendo.

Tan arraigado en el lenguaje "creo que", como los "hay que", "tienes que"...

Son, entre otros muchos, los fundamentos de los muros del pensamiento.
Más el pensamiento es muy grande, pero es finito pues se compone de piezas fragmentarias. Bien usado es útil, utilizarlo lo justo y necesario es tarea para toda una vida.


Me gusta mucho jugar, a muchas cosas, sobretodo a las que hacen reír las almas.
Por ejemplo hay un juego en el que según la expresión de la cara en un momento, jugamos a sugerir el astro inspiras en un momento dado o elegir el astro que quieras ser.

A veces, Marcos me siente Luna y yo a él Canis Majoris.

Dice que Fénix, la gatita, es Ceres porque es más pequeñita.


¡Hay tanto espacio entre las estrellas y cuerpos celestes!

Quizás para nada perturbe su llama.

¿No será una estrella gigante el peso que tiene el alma?























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