Quise alcanzar tu rostro.
Entonces, no sabía que era inabarcable.
Que no es uno sino infinito y está allí,
En el rincón del universo más perdido,
En el cielo, en el agua, en todo lo que es y no es.
Quise ver tus ojos imaginados por mi bondadosos,
Inimaginable su forma.
Y no sabía entonces que me mirabas desde todas las estrellas,
Desde todos los astros de la bóveda celeste,
Desde el origen incierto hasta la eternidad.
Quisiera, por un instante, oír tu voz,
Sin comprender que tu voz es el rumor de las olas,
El azote del viento,
El silencio de la luz,
El ruido de la oscuridad de la noche que turba mi paz,
Si una vez tuve paz.
¿Es esto el principio de qué?
¡Es esto el final de la nada!
Miro mi cuerpo, mi cárcel, mi dolor, mi alegría.
Miro la fugacidad de mi cuerpo, de mis rasgos.
Miro la superficie terrestre, su belleza.
No quiero mirar su interior, que es mi destino,
Mi destino incambiable,
Mi consciente destino.
Miro a mi alrededor cuando no quiero verte,
Sabiendo que soy una célula tuya,
Sabiendo que todo lo que siento eres tú.
Me creo libre en pensar,
Más...luego pienso que las ideas no pertenecen a nadie.
Estoy aquí, no entiendo por qué,
Sólo sé que ahora que estoy no quiero irme.
Yo soy, fugaz, como la eterna fracción del tiempo.
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