sábado, 1 de agosto de 2015

Cosas de peso

Puede que haya pasos a tan separada distancia, que así pensados, parece que sólo pueden cubrirse con pies de gigante.
Puede. Hasta que, dolorosamente, te empiezan a pesar mucho los pies y te crecen. Hay cosas que no pueden manifestarse volando a un palmo del suelo.

Es extraña la terrible manera en que, a veces, se mezclan los miedos más atávicos con los nobles y bellos sentimientos, confundiendo los sentidos, restándole toda luz.
Idea y necesidad recurrente la del elemento agua.

Ayer recogí las últimas cosas del final de un ciclo que duró demasiado hasta para mi. Algunas cosas de peso, que había olvidado. Los últimos restos del naufragio.

Un pasado que no es un trago agradable, ni que puede beberse a pequeños sorbos, ni que pueda dejar de beberse.

Como todo lo que compone la realidad, hubo parte hechas a conciencia y otras sin ton ni son. Los cachivaches son sólo símbolos para contarnos, si queremos, cómo somos.

El equilibrio no es la ideal proporción entre lo uno y lo otro. Es la tendencia a realizar todo con plena conciencia, a ser uno mismo.

De vuelta casa, ayudé al taxista a cargar con el enorme maletón dónde guardé todo. Pesaba como un demonio.

También demasiado, hasta para él.

El peso de la cultura, me dijo.

Me dio risa: la próxima vez que me vea este hombre, pensé, sale huyendo.






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