Llegará el día en que no habrá muros, pues no habrá nada que contener.
Tan sólo habrá dorados panes para que la realidad sea orlada con luz propia y duradera.
Todo estará encendido.
Me pregunto, una vez más, por qué he vuelto.
La sala, llena a rebosar. Todos dispuestos a disfrutar del espectáculo.
El escenario, un sueño. Sorpresas inverosímiles.
Los actores nos llevarán a otros lugares.
Pero nada de eso, es el motivo.
Es el instante. En que me descubre. Y me pierdo en su risa.
Y al acabar, volveré. A la ronda.
Entonces, por entero, se explayan las almas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario