Decidió dejar de escuchar aquellas palabras que de fuera venían. Pues no hacían eco en su interior.
Decidió que ya no iba a llevar sino lo puesto. Y cualquier carga ajena le resultaba muy pesada.
Y miraba dentro. Y había un inconmensurable espacio. La música aérea y los más deliciosos perfumes , delicadamente creaban un clima de calidez y sensualidad perfecto.
Y por vez primera, sentía enteramente su cuerpo de mujer. Completamente. Unida.
A su espíritu.
Las dudas se iban disipando en los vapores de las falsas razones de otros.
Miraba sus pies y se iban encendiendo estelas a su paso.
Su mismo paso. Con pies más pequeños.
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