viernes, 29 de mayo de 2015

El Vámpiro

Era un anochecer, de extremada pelona, rondando el bajo cero.

Su mujer, le tenía harto. Él había referido que su trato con ella era a base de insultos. Incluso de palos.

Ellos, estaban al resguardo de una manta mulera, en la reja de la baja ventana.

Una Dentro. Otro Fuera. En el cielo de la bóveda de tan fijo ropaje.

La noche llegó. Y Él, decidió poner fin a sus días. Se abrigó con su negra capa. Y sin vacilación alguna, se arrojó por el balcón, a un profundo abismo de metro y medio, en pendiente descendiente a la cavilla del pueblo.

Los enamorados oyeron el estruendo. Y los a y es. No fueron los únicos. Pero si los más próximos.

Fuera, salió de su amoroso refugio no sin cierta pena y al punto con cierta risa, al ver al vejado vecino echo un revoltijo de capa y mugre.

Él era un hombre común. Más desde entonces pasó a ser el Vámpiro. Así como todos sus descendientes. Los hijos del Vámpiro.

Si, en manera esdrújula.

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