Un prisionero ha pintado sobre un muro de un calabozo un paisaje en el que un pequeño tren penetra en un túnel. Cuando sus carceleros vienen a buscarlo, les pide amablemente "que esperen un momento que yo pueda entrar en el trenecito de mi tela a fin de comprobar algo. Como de costumbre se echaron a reír porque me consideraban como un débil mental. Me hice pequeño. Entré en mi cuadro, subí al trenecito que se puso en marcha y desapareció en lo negro del pequeño túnel. Durante unos instantes se percibió todavía un poco de humo en copos que salían del redondo orifico. Luego ese humo se desvaneció y con él el cuadro y con el cuadro mi persona."...
Herman Hesse
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