El pensamiento se compone de cambiantes puntos de anclaje que se adaptan a la andanza particular cada usuario en su devenir mundano, a través de su particular interpretación de los conceptos.
Cuando se intentan fijar, estos puntos de apoyo temporales, se sobrecargan y estallan: conducen, así, a una inevitable caída.
El pensamiento yerra, duda, muta, muere. A veces, se auto fagocita. Las más de las veces se intenta recomponer (penosamente) sobre sus numerosos estratos de escombros.
La intuición sabe lo que es conveniente.
Trama y fondo.
Estructura y esencia.
Los pensamientos operan en el campo de la memoria.
Los sentimientos pertenecen al espíritu.
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