¿Existe algo más real que el juego de los niños?
Gracias a ellos, la vida también da risa.
A veces, mucha risa.
Ríe.
De estas veces que el corazón salta loco, sin freno, confiado, en complicidad absoluta, en un único pecho. Que se expande, sin fin, hasta el borde, casi, de la parada.
¡Qué gusto!
¡Qué risa!
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