domingo, 26 de julio de 2015

Elucubrando en la atalaya

A hacer. La senda.

Aprehender enteramente.

Perfeccionarme en cada una de las sinuosidades de tu cuerpo.
Llenar cada pequeño rincón del alma. Descubrir sus secretos.

Delinear cada viaje a tu centro, con intención cartográfica.

Fondear, sin prisas, en la belleza coralina de cada una de tus islas.

Ser cada una de las pensadas sensaciones que provocas.

Extraño este tiempo que no es tiempo.

En el corazón del incendio, a veces esa sensación contradictoria que en mi hiberna.

Y, sin embargo, sólo tengo sed de tus abrazos.

Todo se extiende y dilata en un horizonte sereno, cuando se baña del rocío de luz.

Y si dudo, respiro pausadamente, y me detengo.

Lento parece el avanzar cuando consciente eres de cada paso que das.

No sé porque ahora este cielo me parece el más hermoso.

Mi compañero eterno en cada solitario atardecer.









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