Todos tenemos cicatrices invisibles. Algunas de ellas de calado profundo. Nunca sellarán.
Más también tenemos la fuerza que emana y modifica la red de afluentes de las huellas de las manos.
Nos aparta del camino de aquellos que dijeron nos querían libres y, sin embargo, sólo intentaron hacernos a su manera.
Y de apenas, dislucidar, que en este mismo instante, todo no ha hecho sino empezar.
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