En un espacio vacío de sueños, nos hemos vuelto a encontrar.
Cara a cara.
Tu rostro, sereno.
Tus alegres ojos, mirándome, con una expresión que quise comprender. Más no cabe comprender donde sólo es sentir.
La expresión sin edad de lo eterno.
Nos miramos con total intensidad. Y a la vez, con extrema delicadeza.
Sabiendo que todo es como tiene que ser.
Sabiendo que todo está como tiene que estar.
Al despertar, he sentido la paz de saber que no hay lugar para las despedidas.
Desde allá, tu cielo, crecen flores en el jardín, de suave color lavanda.
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