miércoles, 6 de abril de 2016

Push the button

Y al rasgar el velo que enmascara el desengaño, representándolo precioso, la informe realidad aparece. Es rotunda y refulgente. Apenas coincide con lo pensado.
Es una sensación muy difícil de describir, por desconocida. Por falta de referentes.
Casi todo ha pasado en la mente por el filtro de creencias, juicios y falsos razonamientos. Supersticiones: qué se yo. Ajenos.
¿Dónde estaba yo?
¿Acaso no hay que dejar de estar para ser?
¿Se puede ser, estando, sin caer en la locura?

Push the button.

En una columna de fuego dorado, con consistencia de mercurio, se adivinan los contornos de unas piernas y unos pies que pugnan por descender y subir.  Se resisten a bajar. Pero no logran subir.
El ascenso y el descenso son sólo dos cosas de considerar la misma cosa.

Cuando se rompió mi reloj de arena, quedaron imperceptibles partículas en mi bolsillo.
Así es que, he vuelto a ponerme un reloj, en la muñeca.
Tiempo de quita y pon.

Push the button.

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