viernes, 22 de abril de 2016

Un lento rasgar del cielo

Hubo momentos de apertura, de entrega mutua. En los que nos conocimos a través de retazos, de pequeños gestos.
Fuimos confidentes de íntimos deseos, de los aconteceres más fatales e incluso terribles, de nuestra existencia. Y con todo y con eso, nos regalamos nuestro afecto y la mejor de nuestras sonrisas. Esa que permanece inalterable. Sin luces. Sin sombra. Sólo expresión. Es lo que eres cuando te elevas.

Amanece. Voluptuosamente. Despacito. La mente se entrega de nuevo al orden del tiempo.
Es oportuno vivir, plenamente.

Volver al espacio. Desde la loca actividad frenética de los sueños que se recuerdan al despertar de una sonora carcajada. El subconsciente destierra la tristeza. Cabeza abajo, para que caiga por gravedad.
En los sueños todo se mezcla, sin leyes rígidas.

Tocar con los pies el suelo.
Levantar los otros sueños, con el alma liviana.

Hoy quiero rasgas el gris del cielo. Y dejar paso a la luz.
Oro color café que despeje la mañana.

Pienso mucho en tu risa.
Hoy, echo en falta escucharte.
Y perderme en el paseo de la voz de tus palabras.

El cielo se va despejando.
Se sienten nuevos caminos.

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