Desde el imperio del trigo segado
Clarean los campos sus piedras y arcillas
Magras calaveras sedientas de tiempo.
El mundo se mueve al ritmo del viento
Su danza es la elipse del sol justiciero.
Hay notas fragantes verdeando el cielo
Aromas de instantes cargados de mar.
Vivir al refugio de la sombra mínima
En un arrebatado refugio arquitrabado
Perfume mistérico de la obscuridad
El umbral incierto del lento pensar.
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