martes, 13 de junio de 2017

Todos los caminos conducen a Roma








Hay veces que al mirarme en uno de los múltiples espejos de la existencia, lo que veo me gusta mucho.
Tan grande es el deleite que me produce la contemplación que he terminado exhausta y confundiendo el reflejo con lo que realmente es.

Cuando me ha sucedido esto, me he paralizado demasiado tiempo hasta entender que no hay un lado y otro del espejo, el hecho es que, en el espejo, somos proyección entre millones de proyecciones.

La vida no está en la imagen o reflejo del espejo que me gusta observar y en el que me detengo, ni tampoco en los otros miles a los que no atiendo.

Cada forma de vida es afluente de una corriente invisible de la que emana y hacia la que deriva. Cada matiz que gana el alma es siempre diferente, se nutre de las experiencias del camino y cuando es de verdad alimento lo que tomas o inspiras ocurre que esa experiencia engrandece.

La vida en la tierra es experiencia dual.


Lo que de verdad es no tiene contrario.









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