domingo, 4 de junio de 2017

Lo que nos mata también nos salva

El silencio se iba llenando de luces de color, que surgían en el agua sobre el papel mezclándose, fundiéndose, superponiéndose. Luego de crearse generaban palabras y, a veces, algún poema.

El silencio se poblaba de sensaciones nuevas jamás soñadas, de imágenes de belleza.

Su silencio se inundaba cada día con mis lágrimas, que con una tenacidad enfermiza se esforzaban en disolver la fría estructura pétrea del amor ausente.

Su silencio se terminó de la forma más absurda y trivial.
Y así, de aquella ensayada e inmisericorde voz, comenzó mi silencio.

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