A veces, las caricias invisibles de tus notas, descienden voluptuosas por la curva de mi cuello hasta alcanzar mi pecho. Entonces, toda mi alma se estremece.
Eres como prendida pólvora que recorre veloz las líneas del pentagrama, fuego incandescente interpretando la sinfonía de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario