Nunca imaginé que pudiera dejar de notar en mi alguno de los habitantes de mi corazón.
Tampoco sé si es eso lo que realmente ha sucedido. Es una sensación de neutralidad que no llega a ser indiferencia.
Por cada omisión, tras cada excusa, en cada mentira y desprecio, se iban desgarrando los más hermosos sentimientos, agrandándose cada vez más la herida del desprendimiento, sin remedio alguno posible.
Por cada omisión, tras cada excusa, en cada mentira y desprecio, se iban desgarrando los más hermosos sentimientos, agrandándose cada vez más la herida del desprendimiento, sin remedio alguno posible.
Iban desapareciendo los sentimientos de una manera lenta, extraña, dolorosamente.
Quizás son sólo los no-es que se van desatando y soltando.
Quizás son sólo los no-es que se van desatando y soltando.
Son tantos los no-es y estoy tan acostumbrada a verlos como algo propio, que aún hoy me es imposible no perderme en determinados momentos, en un andar de su centro hasta alcanzar su superficie y reconocerlos en el adiós de un último portazo.
Con una insistencia enfermiza me aferraba, como si realmente hubiese alguien o algo a lo que poder sujetarse en la ininterrumpida zozobra del océano de las dudas.
Hube de sentir su abandono, experimentar la ausencia cuando más lo necesitaba; no hubo para mi ni tan siquiera un pulso de compasión por su parte en los últimos momentos de la relación.
Al ocurrir esto, sin poder más continuar así, deseé comenzar otra vida, una vida nueva. Lo hice y continuo.
Es duro reconocer que estás sometida a una tiranía y aceptar que ha sido una misma quien ha permitido que esto suceda.
Hoy continuo desenterrando muchas cosas que habían quedado bien ocultas por los miedos.
Necesitaba volver a mí.
Empiezo a entender, mucho después, que no hay culpables.
Hube de sentir su abandono, experimentar la ausencia cuando más lo necesitaba; no hubo para mi ni tan siquiera un pulso de compasión por su parte en los últimos momentos de la relación.
Al ocurrir esto, sin poder más continuar así, deseé comenzar otra vida, una vida nueva. Lo hice y continuo.
Es duro reconocer que estás sometida a una tiranía y aceptar que ha sido una misma quien ha permitido que esto suceda.
Hoy continuo desenterrando muchas cosas que habían quedado bien ocultas por los miedos.
Necesitaba volver a mí.
Empiezo a entender, mucho después, que no hay culpables.
La tiranía que vemos personificada no es nada comparada con las malas pasadas que juega la mente cuando te amordaza y esclaviza.
Hay muchas cosas que nunca te dije y para las que ya no hay tiempo.
Sólo quiero añadir ahora, que sobraron muchas palabras, demasiadas, tantas que emporcaban la visión, pero también hice y hago cosas buenas, aunque no las llegases a notar, ni nunca las reconocieses. Cosas que hago porque quiero, sin que sepas de mi y ni falta que me hace.
Hay muchas cosas que nunca te dije y para las que ya no hay tiempo.
Sólo quiero añadir ahora, que sobraron muchas palabras, demasiadas, tantas que emporcaban la visión, pero también hice y hago cosas buenas, aunque no las llegases a notar, ni nunca las reconocieses. Cosas que hago porque quiero, sin que sepas de mi y ni falta que me hace.
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