Lo que el alma toca y ahonda, nunca pasa.
Más allá de la idea de "tocar" me refiero a aquello que hace más grande el alma, lo que se incorpora a su esencia a cada paso, en cada encuentro verdadero, en cada hallazgo que aligera el espíritu.
Permanece dentro intacto ese halo infinitamente variado de energía invisible enriqueciendo el ser.
Se siente así al soltar los pensamientos que fraguamos respecto de los sentimientos. Pensar lo sentido es como querer meter un planeta dentro de uno de tus puños.
Es más sencillo de lo que parece saber lo que soltar: no somos ni estamos en las cosas, ni en las personas en las que pensamos y que nos provocan dolor.
Y sin embargo, confundimos muchas veces los pensamientos que tenemos respecto de alguien con la persona. Y en vez de soltar los pensamientos que nos provoca, nos alejamos de la persona a la que hacemos responsable de nuestro mal pensar.
El ego pensante está repleto de soledades de todo tipo.
El alma siempre recuerda cada una de las notas fragantes que componen la sinfonía de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario