jueves, 6 de octubre de 2016

Vestidos de luces

No somos un roto para un descosido.
Ni un par de remiendos de maltrechos retales.
No nos fracturamos ni rompemos en mil pedazos.

Que el corazón es un hogar de infinita cabida y no hay nada que lastime el alma inmutable.
La incómoda cárcel del pensamiento con ellos confundimos.
Y las apreturas que nos oprimen y el dolor que apreciamos y todo lo cubre, son las punzadas de la soledad del ego. Decimos notar heridas y fragmentos cuando éste se resquebraja y cae su tupido bordado de su sujeción al bastidor del pensamiento.

La vida enhebra, hilvana y cose, los patrones del traje a medida hecho para proteger el cuerpo.
Por eso nos descubrimos desvestidos.
Desnudos nos amamos y sentimos.
Desnudos del alma, en cada alba que de la noche llega.

Que somos completos en la diferencia.




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