jueves, 27 de octubre de 2016

¡Tan espacial!

Salimos de casa y en el breve trayecto que nos conduce al coche, camina las más de las veces con los ojos cerrados.
Hoy era una rara excepción, pues los llevaba abiertos.
Ya dentro del coche, le hablamos y él se hace el loco para no contestar.

Demasiado temprano.
Amanecer el cuerpo cuando aún es de noche.
Obligamos los ritmos del cuerpo a someterse a la tiranía de la invención del tiempo y sus absurdas exigencias.

Salimos del coche. De camino a casa de mi hermana, me comenzó a contar Marcos el sueño del que acababa de despertar.

En el sueño veía la tierra desde el espacio y flotaba.
Dice que estábamos muchas personas ahí arriba.

Así es como hemos comenzado la mañana, acompañados de la rosada aurora y la brillante sonrisa de la luna.

Ahora, hace un rato, recordaba su sueño.
Se me ha ocurrido buscar imágenes de mujeres espaciales, de mujeres astronautas.
Por el juego de palabras "especial" , "espacial". Bueno: cosas mías.

Le he enseñado a Marcos una foto que me ha gustado y le he dicho:

- Mira Marcos, se ve la tierra como en tu sueño.

Él, sonriendo me ha contestado:

- No mamá. en mi sueño no iba en una nave, en mi sueño flotaba. Podía respirar sin traje de astronauta y moverme libre. Estábamos muchos, así, sin nada. Y se veía la tierra, Pangea el único continente. Después me he despertado y me he encontrado a Celia y a ti, pero en otro sitio de aquí.

Claro, hijo. Le sonrío.

Mira algunas cosas que escribo. Las lee y le hacen gracia. Pues, bueno está, pienso.

A veces, lo que aprendemos es materia de los sueños.
Otras veces, los sueños son la arcilla primigenia con la que construimos nuevas realidades.

Sea como fuere, las sensaciones se solapan y superponen en simultaneidad.

Sea como fuere, ¡la tierra es tan hermosa!






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