martes, 16 de agosto de 2016

Luz de agosto

Marcos ya está de vuelta, conmigo.
Pone todo su ángel en su manera de expresarse.
Es la delicadeza.

Hoy terminábamos de comer.
Se me ha quedado mirando, con un esbozo de sonrisa y me dice:
- Mamá, ¿a qué no sabes lo que parece tu cabeza?
Le he contestado:
- No sé. Dime tú que parece.
- Bueno, más que tu cabeza, tu pelo. Cada uno de tus rizos parece una estrella. Tienes la cabeza llena de estrellas. Y todo tu pelo parece una estrella más grande.

Después de escucharle, no he sabido muy bien que contestarle, aparte de darle las gracias y besarle.
Bueno, después permanecen esas sensaciones y emociones para las que aun no se inventaron las palabras y están las sutiles impresiones que se quedan grabadas entre dos almas.

Quizás, la luz cuando se refleja de un alma al alma del otro, transforma la realidad visible en otras cosas, en símbolos.

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