Escucho la charla animada, envuelta en la luz misteriosa que antecede al ocaso en los cielos de mar. Es el perfecto contrapunto a mi silencio.
Se ha difuminado la luna en el vaporoso cielo, al poco de ofrecerme su sonrisa creciente.
Las altas voces que a nadie importan del quiero y no puedo distraen mi atención. No juzgues. No escuches. Me digo.
Tus labios encuentran mis labios.
Vuelvo al cielo.
Terminó la espera.
Entramos.
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