No sabes cómo es el cielo hasta que no lo tomas entre tus brazos.
Entonces, ocurre, que te enamoras de su dulce olor a vida.
Lo acurrucas entre tus senos, como el mejor de los refugios.
Entonces, y sólo entonces, sabes que su fragilidad es lo que a ti te hace invencible.
Decides, dejar de ser un eco lejano e incierto.
Ahora, eres la voz, voz que palpita y ofrece el alimento de las más hermosas palabras.
El cielo es el mejor regalo que nos ofrece la vida.
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