jueves, 9 de abril de 2015

In memoriam


Ese eco de celebradas palabras con los que se activa el mecanismo de la felicidad


Este extraño lepidóptero, ese fantástico animal

Ese código que se activa entre la imagen, la frase y la risa. 

Aún recuerdo ese cráneo horadado y desdentado que teníamos a medias en la mesita de noche. 
Y el sobresalto de textura ósea que sentíamos cuando lo palpábamos para apagar el despertador.

Y es que no sólo la arquitectura da risa, también da mucha risa la medicina y las lecciones de anatomia.

Porque hubo, quizás,  un tiempo en que los teléfonos tenían cables como los de la ducha.Entonces,  
los límites entre todo eran bien imprecisos: escuchas a tu madre por el auricular mientras una interminable serie hipergeométrica se desliza desde el cable hasta tu nuca y se va enrollando en tu larga melena. Y cuando no  soportas más las cosquillas, te entra un ataque de risa.

Y así es como nos vamos a otra parte: todos tan contentos.








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