domingo, 4 de marzo de 2018

Yo puedo


Yo puedo ser mejor para esta chica, pensaba la otra tarde mientras estudiaba Matemáticas con Andrea.
Pensaba, en un momento dado, que ella se merecía la mejor versión posible ahora de mi, y no este ser un poco sombrío en el que me he ido convirtiendo.
Y nada más pensarlo, se ha iluminado mi rostro con una sonrisa. Y ella algo ha notado porque se ha animado y todo ha fluido para bien.
Al marcharse me ha dicho con una hermosa sonrisa que se le había pasado el tiempo volando.
Demasiadas malas andanzas por terribles mundos imaginarios han ido arrebatado muchos jirones de mi fondo de alegría, la alegría de vivir.


Yo puedo ser mejor, de nuevo para mi.
La mejor versión de uno mismo está siempre  fraguándose, no es algo estático ni terminado y es, más que nada, mucho de ir ganando conciencia en cada uno de los múltiples aspectos de la existencia a través de los actos.

A veces, asusta y agobia mucho ver todas esas cosas que quieres cambiar para ir ganando coherencia y verificar que la puesta en práctica es lenta e incluso impredecible.
Cuando empiezas a ver el trasfondo de la realidad no hay vuelta atrás posible, no queda más remedio que ir cambiando todo lo que vas entendiendo que está mal programado en tu existencia. Es la necesidad imperiosa de un nuevo orden.


Poder es coherencia entre pensamiento, sentimientos y actos.
Es equilibrio estable que tiende a un (casi) inalcanzable hiperestatismo.
Sin equilibrio nos enfermamos.

Aunque todo viene de dentro, soy incapaz de verme a no ser por medio de la relación, para poder hay que salir ahí fuera.

Yo puedo ser como quiera ser.













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