lunes, 24 de enero de 2022

Intersecciones

¡Qué susto!

Justo cuando decido conscientemente retirarle de mis pensamientos presentes. Justo cuando me voy unos días fuera de casa, para alegrarme un poco la vida. Me digo: ¡no puede ser!, pero ese hombre que está delante de mi en el escáner de equipajes parece él.

Me pongo algo nerviosa y compruebo, felizmente, que ya no me golpetea el corazón azorado en el pecho, al creer verle.

No sé si era él. Puede que sólo sea ese doble suyo, ese doble que todos tenemos en el mundo.

Estuve tentada de acercarme a ese señor que tanto se le parecía y de preguntarle que si era él, el motivo de mis antiguos desvelos. 

Hoy en día con las mascarillas cubriendo el rostro es difícil reconocer a nadie, menos aún con gafas enormes de pasta negra a juego con su mascarilla negra. 

Ya en el andén, me puse en frente de donde él  estaba (él o su doble), para ver si él me reconocía y se acercaba. Nos miramos. Y nada. Sólo más silencio. Entonces, decidí sumergirme en mi viaje y olvidar mis pensamientos respecto de él. Cancelar este pensamiento, me repetía.  Y funcionó, al poco de sentarme en el tren, estaba a otra cosa. 

Y qué si era él... si no me quiere y yo ya no quiero que me quiera.

No obstante, como no creo en los "nunca más", y menos cuando los "más" han sido un puro vicio mental, prefiero re-descubrirle alguna vez en las notas de una nueva canción o entre las líneas apretadas de un hermoso libro.

El viaje estuvo bien. Muy a gusto con los paseos y la compañía de mi hermana, de la que tantas cosas aprendo cuando conversamos.

Siento haber tenido que dejar Madrid, cuando me separé, pues adoro esta ciudad. Es hermosa y está llena de rincones misteriosos donde descubrir belleza y algo siempre nuevo.

Me he acercado hasta aquí para dedicarle al asunto estas líneas. 

Y si era él, que le iba a decir de nuevo, si ya se lo he dicho todo una y mil veces en este espacio.





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