domingo, 22 de marzo de 2015

RC-II


¿Qué fue de aquella encantadora chica rubia que conocí hace años?, me preguntabas.

Y en la mañana de mis despojos, no sabía si quedaba algo de ella.

Ahora, sé que sí.

En una espiral turbia se fue deshilachando su efigie y enlodando su ser.

Y al borde del fatal desenlace, volviste para dar hálito a mi ser.

Y nos encontramos a solas, en  íntimo abrazo y me pediste que te enseñase mi alma.

Y el horror cobró la forma de  los cientos de caras y las miles de formas que tiene el yo de disfrazarse.

Cuantas más virtudes tiene el ángel, más profunda es la bracha en su caída y más doloroso y terrible el penoso ascenso.

 

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