En su voz ausente se siente algo parecido a un eco que la mente recrea en forma de ficticias palabras.
Cada silencio compartido con ella, tiene el matiz de las expresiones que se encuentran en los más preciosos surcos de la memoria, de esa memoria sin olvido, lugar común dónde nos amamos.
Y sus besos saben a natillas.
Y su abrazo es el eterno hogar.
A veces nada más verte se le prende la sonrisa y yo , entonces, siento la fortuna de presenciar ese chispazo de alegría, ese precioso y luminoso instante.
Y si antes de marchar, la despedida es un envolvente abrazo, es un volver a casa con crecido y
renovado aliento.
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Algunas veces las palabras son cansancio.
Otras veces el cansancio es escuchar con reiteración y alevosía las mismas palabras dispuestas en diferente orden pero diciendo prácticamente lo mismo en bucle. Como una pastilla de chicles con sabor a cerebro rancio.
- Pues vaya hacerse viejo. No hay nada peor que llegar a ser viejo.
- Pero vaya no llegar. Eso si que es malo.
- Y llegar y estar así, para eso es mejor no estar.
(Oigo estas palabras en la calle a dos señoras poco antes de llegar a casa. Las dicen bien alto para que me lleguen y me de por aludida)
Y yo, me seguiré preguntando a cuento de qué y conteniendo el vómito cuando las escucho.
Aguanto la nausea por el juicio gratuito. Me pregunto qué quien es tan temerario de juzgar aspectos tan delicados de la vida de otros que pueden suceder o afectar a cualquiera.
Ese "estar así" que menosprecian es vida, vida en una de sus infinitas manifestaciones.
Debe de haber un raro placer que yo desconozco en eso de sentirse bien al compararse con las desgracias ajenas.
Debe de existir un raro placer que desconozco en compararse.
¿Qué es lo mejor y qué lo peor?
La vida es lo que es: vida, un regalo y milagro irrepetible que acontece a cada instante.
La vida está llena de estancias muy hermosas que el ser deja impregnadas de sutil esencia.
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