Derramamos por doquier, en los seres y las cosas, fragmentos de eternidad, sin entender que éstos, son mucho más que la suma de un tiempo finito que nos empeñamos en medir.
Más, no se pueden sujetar los instantes.
Pero lo intentamos. A veces a través de la memoria y los recuerdos.
Y para ordenar estos recuerdos recurrimos a medir el tiempo.
Y marcamos líneas divisorias entre lo nuevo y lo viejo. Como si no fuesen diferentes aspectos de lo mismo.
Me aburre sobremanera medir el tiempo. .
Pues al reloj ya no le duele
el vacío de la arena,
Que del agua se hizo el mar
para encontrarse con ella.
Contxa G.L.
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