Muchas palabras para decir tan poco, para a tientas escarbar en la reseca tierra e intentar encontrar mis raíces.
Rasgo uno a uno los velos de la realidad.
Detrás del último, sólo queda la niebla persistente de mi memoria.
En esa nebulosa se va desdibujando con fruición mi propia experiencia de vida. Ahí se mezclan todos los tiempos y los espacios, sin orden ni concierto, como si tú y yo hubiésemos ocurrido en un mismo instante que se prolonga más allá de esta vida.
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