Desperté. Y el sueño naciente y creciente, murió de sobredosis de realidad.
Qué grande fue tu amor que me llega con tan sólo evocar su recuerdo.Después de tantas vidas, ¿cómo es posible que te siga soñando?
Y en mi sueño, me encuentro cumplido tu sueño de ojos bien abiertos.
Me recreo recordando ese roce discreto pero sin disimulo de las manos presintiendo la calidez de los cuerpos, el calor de un instante que se niega a extinguirse.
Esa larga espera, de nuestro beso con mariposas en las tripas.
Ese despertar tan dulce, sintiéndome viva tras haber visto de nuevo el rostro amado.
Y debe ser cosa de magia que mi mente aún construya fantasías contigo para mí deleite.
Cada vez que vuelvo a pensarte, me florecen las palabras en la punta de los dedos. Y ahora, en mi plena madurez, los sentimientos son distintos. Yo creo que mi mente te recrea no como anhelo sino como deleite. Ahora ya sin esperarlo, sin quererlo. Porque sí. Libremente.
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