viernes, 20 de diciembre de 2024

No quiero

No quiero estar triste. 

No quiero que me inunde la tristeza.

No quiero que mis  labios sean un sobre lacrado.

No quiero volver a recorrer los caminos hollados por la pena.

Quiero sentir siempre el latido de su mano en mi mano, sentir de nuevo su sonrisa, notar su mirada atenta que me espera.

Cada día es un lastre que me ancla poco a poco al dolor, a lo obscuro, a la niebla que vela este frío sol de invierno.

Sigo sin entender este tránsito, esta huida, esta espera.

Si hubiera un lugar de las almas, la mía estaría con la de ella. Quizás sean una misma cosa: un orbe pleno de estrellas. Aunque no se note su brillo con estas nubes que velan.

Qué sordo es este dolor, cómo queman sus punzadas. Se me inflama el corazón pues siento extinguirse su llama. 

Una vez volé con ella más allá del Sambatyón.

Volvimos del otro lado, en el abrazo de Di-s.

Muchas veces me pregunto si fue un sueño o despedida.

Pues creía que había que morir para alumbrar nueva vida. Y no es así, sino que se renace y se crece sin medida. 

La vida todo lo muta y la muerte lo termina.








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